lunes, 31 de octubre de 2011

EL DOCTOR HIDALGO COMO PACIENTE


Sólo hace algo más de un año que fui operado con láser de miopía y astigmatismo y es curiosos cómo ahora no recuerdo que anteriormente usara gafas. Esta misma impresión me la han confirmado mis pacientes (más de10.000). Después de la intervención, el olvido de las gafas es tan radical que se recuerda la vida como siempre, sin gafas. El peso en la nariz, el empañamiento por el sudor, los cambios de visión por el descentramiento o por la mala graduación, la dificultad para practicar deportes, las rupturas de cristales, levantarse buscando las gafas y otros inconvenientes se borran milagrosamente de la memoria en unos días, y ahora son anécdotas que hay que recordar con esfuerzo cuando se habla con otros miopes que han pasado por la misma situación.
Es posible que ser miope desde niño haya modelado mi carácter introvertido, tímido, amante de la lectura y del estudio y de actividades que se realizan en distancias cortas (escritura, dibujo, trabajos manuales e incluso la cirugía). Y me ha dificultado otras actividades en las que nunca he destacado como son los deportes en equipo (fútbol, baloncesto…), por el miedo a la ruptura de gafas. Desde luego, en este año he
cambiado en bastantes aspectos. Disfruto tanto de la visión nítida que los paisajes conocidos o nuevos siempre tienen nuevos detalles admirables. El atardecer en la Bahía de Málaga visto desde las playas
del Palo, la Alhambra de Granada con el fondo de Sierra Nevada vista desde el Albaicín o la Comarca de la Axarquía contemplada desde la Maroma, son paisajes muy queridos y conocidos que se han abierto a mis ojos con miles de detalles ocultos tras los cristales de las gafas de miope. También París vista desde la Torre Eiffel un día de verano, me ha parecido más grandiosa que antes, enmarcada en los aros de mis gafas. He estrenado una nueva visión y no he parado: nadar viendo la gente de la playa, bucear y ver el fondo nítido, jugar al padel sin que el sudor empañe mis gafas, montar en bicicleta y deslizarme cuesta abajo sin miedo, andar por la montaña sin vértigo descubriendo los detalles lejanos. Ahora, la contemplación de los paisajes y de las gentes son mi mayor afición; tanto es así, que he redescubierto el placer de la fotografía, afición que tuve hace años y que tenía olvidada. En cambio, la lectura ha pasado a
segundo plano; es como si quisiera conocer desde otro punto de vista, con otra perspectiva, descubriendo
personalmente objetos, sujetos yhechos, no a través de la pluma del escritor.
Catalogar la cirugía láser de la miopía como estética a estas alturas es irreal. La intervención Lasik para
prescindir de gafas es una cirugía funcional con la misma trascendencia que una intervención sobre una rodilla que permite andar.
Una persona miope, hipermétrope o con astigmatismo que se opera para prescindir de gafas va a obtener un beneficio tan importante en su vida, que la mejoría estética es casi irrelevante. En mi caso concreto, tenía perfectamente asumido usar gafas y no suponía una alteración estética, pero sí funcional. De hecho,
bastantes personas que se operan usaban lentillas, algo que resolvía la
parte estética perfectamente.
Recomiendo la intervención LASIK en todos los casos en los que el oftalmólogo determine que puede
realizarse con seguridad.

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